¿Sabías que el dolor es un grito del cuerpo pidiendo ayuda?
Domingo, 25 de Mayo a las 10:00 h
Has probado mil terapias, pastillas y tratamientos. Pero nada funciona. Es hora de ponerle fin al dolor: apúntate al taller y empieza a darle a tu cuerpo la paz que merece
Regístrate al taller:
domingo 25 de mayo a las 10:00h
Tu cuerpo es un reflejo de todo lo que has vivido. Cada experiencia deja una emoción, y mientras algunas se van, otras se quedan atrapadas, causando el dolor que sientes.
Las pastillas, la alimentación sana o el deporte pueden aliviar, pero no resuelven el problema de raíz. Si el dolor o la enfermedad siguen apareciendo sin explicación, es porque el verdadero origen está en las emociones bloqueadas.
¿Te atreves a liberarlas?
En definitiva, ya has probado muchas opciones (pastillas, masajes, maquinarias, agujas..) y el dolor siempre vuelve.
Te voy a ofrecer una alternativa a todo esto, que te ayudará a cambiar por completo tu visión acerca del dolor y las emociones.

Hola, soy Cristina Castro.
Mi camino para ayudar a las personas a entender y aliviar su dolor comenzó hace más de siete años, cuando me formé como osteópata. La osteopatía me enseñó a mirar el cuerpo como un todo, de forma global y conectado.
Pero con el tiempo, sentí que algo faltaba. Intuía que detrás del dolor físico había algo más profundo.
Y entonces llegó el gran descubrimiento: la psicosomática clínica. Entender cómo nuestras emociones más profundas se reflejan en el cuerpo fue como encender una luz. Todo empezó a tener sentido.
Desde entonces, acompaño a otras personas en este mismo viaje: el de aprender a escuchar su cuerpo, a liberar el dolor y, sobre todo, a prevenir enfermedades cuidándose desde dentro.
Imagina entender lo que tu cuerpo está tratando de decirte y encontrar alivio no solo físico, si no también emocional, con solo dar el paso de decir SI a escuchar las señales de tu cuerpo.
¿Aún no te has registrado a la masterclass?
Mañana cuando te levantes y te vuelva a dar esa punzada en la cintura que te deja doblada, esos rayos que entran en tu cabeza y se sienten como alfileres, o tu cuello esté tan rígido que no seas capaz de girarte a darle un beso a tu hijo antes de irse al cole.
Pensarás “ya está aquí otra vez” y vuelta a empezar.
¿Hasta cuándo vas a seguir poniendo parches al dolor?